lunes, 14 de diciembre de 2009

siempre

Siempre lo mismo. Y qué esperabas de alguien que ya conocés a la perfección? Algo distinto, diferente a lo rutinariamente mostrado y demostrado.
Dos matices de colores bajan y se pelean por un rayo de sol. Tardecita matera y encapsulada. Verás amanecer tu memoria y sabrás donde refugiarte y encontrar placer.
El nicho se acomoda fácilmente y se pone al día, se automantiene, se autogestiona a la espera de otra escena...
De pronto impacta, se raya, se vuelve en sí y hasta me saluda!, que sabrosa su calidez!
Diametralmente opuesto, mi terraza es acechada por la gran tormenta, olvidada y sin furor. Golpea, atiende a tu rival, no lo descuides, asístelo, permanece junto a él, asegúrate de haberlo deshecho.
La tormenta desviará su atención, estaremos empapados de sudor, del sudor y de la sal que tanto extrañabas.
Prendés otra vez un pucho y quedás refugiado, enterrado en tu dicción adicta al error y a las otras femineidades prohibidas.
Has sabido guardar y acariciar un secreto, pues házlo nuevamente!, Evítame, al sortear mi cuerpo habrás sabido distinguir las canciones y los relatos benignos del cáncer esporádico. No tengas miedo, solo somos buenos amigos...

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