Se atrapan en 12,
mientras la más finita sigue su ruta,
y el parpadeo de tus luces rojas
hacen confundir a mis ojos.
Arriba, terrazas del pueblo incaico,
vecinos de murciélagos y de
criaturas de la
noche.
Derecho y a la vuelta
pelado inspector,
sospecho de tu bondad
de prepucio oxidado.
Fibra, y más huesos de perro
de chocolate y de espuma
que burbujea y se hace espesa.
Escondite
de policías de drogones,
y de dragones y de malos artistas,
escondéte.
Dispara,
Disparale al sueño infinito,
fino
filo.
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