lunes, 7 de diciembre de 2009

Hoy

A hora, te parás y obedecés carajo!. Linda, te expliqué, éste es un período de transición. El reencontrarse lleva sus escalones, el tema es saber elegir la escalera.

Te quiero dar, un hijo para que seas al fin una madre, de en serio. En la cama, allí lo parirás, sobre mi pene, sobre mi propia muerte.

Fundiste, ni el cobre te deja peso en la billetera, como si hubiese sido un agujero negro que hasta trituró las sobras de tus cenizas y secó de polvo tu cara.

Dormitando llegás hasta una helada vacía. Te detenés como una bomba y volvés a sentarte. Estalla tu cabeza, se dispara en mil direcciones dentro de la habitación como uñas que trinan sangre y desgarran tu piel.

Hoy, mañana y pasado, siempre hoy. Al fin y al cabo ellas no entienden absolutamente nada, ni de mi descompostura mental, ni mucho menos del amor.

La luces siguen allí, las de color rojo le parpadean a nuestra noche. Soledad! Por favor!, no huyas!, Ella está cerca, puede calar desde allí su frío en mi.

No me amenaces! No me ahogues desde aquella cuerda floja por la que corre mi sombra. Has de tu álbum de recuerdos, un espacio para el blanco, y otro para el negro. Trazar una media no alcanza a divisar el límite. Es mi partida, aunque no sea el jugador!.

Amo las bandas inglesas, su despojada frescura de transmitir una enérgica y compacta vibra ante mi. Franz Ferdinand es algo recomendable!.

Atentamente concentro mis sentidos sobre las distintas piezas, pero sigo sosteniendo que debo descansar finalmente en las islas.

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