L a puerta ardiente saborea tu pureza,
volvieron a encontrarte
en el embravecido horizonte,
coloreado de gaviotas
y manos con muecas de algodón.
volvieron a encontrarte
en el embravecido horizonte,
coloreado de gaviotas
y manos con muecas de algodón.
Arenas que pisan la coraza acaramelada,
labios y más curvas de calor se entrelazan
y forman la entrepierna del próximo fin de semana.
Se los ve tan calmados y colmados de lentitud,
me hacen dudar en velocidad y distancia,
son gemelos criminales,
tal vez abstractos, sino materiales.
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