lunes, 14 de diciembre de 2009

Playa


Murga de agua y sal que en su ida y vuelta deja sobre sus pieles parte de su frescura.
Arena que se escapa entre sus dedos y vuelve a sus manos.
Horizonte infinito que no resguarda ningún objeto más allá que su color. Y entre las apariencias sobrevuelan gaviotas, y aterrizan las palitas y los rastrillos de los más chiquitos sobre castillos y represas que han sabido lentamente construir para luego derribar en cuestión de segundos.
Aquel día, unos amigos pasearon hasta instalarse en el lugar. Hasta recorrer sus cuerpos para caer y volver a levantarlos, aplastarlos, hundirlos en la arena o simplemente matarlos de torpeza. Baquitas de San Antonio, y otos “insectos” mal informados aparecían y se multiplicaban delante de sus ojos. Inofensivos huéspedes que se relacionaban de a poco con sus horas, e iban conquistando aquella tarde, hasta llegar a ser referencia de un recuerdo.
Playa de monte, un monte hermoso, de niños recreando un atardecer, de hijos viajando y jugando a joder.
No bastó mi interrogación para volver a sentir malestar. Disconformidad por lo que siempre puede llegar a ser o decir, o cómo reacciona ante esos centritos que le tiro a la cabeza.
Es inconsciente, fue y será un tiro desviado que circula con vehemencia por el horizontal de lo que fue nuestra relación. Y yo? Yo sigo apostando un pleno a “Esso” que me dejó sin combustible a mitad de camino. Definitivamente no reconozco el error, pensar en la plenitud de nuestras almas unidas y proyectadas desde algún lugar hasta el infinito, es como creer en la paz mundial, es como idear un plan perfecto desde la subjetividad que nos caracteriza y que nos ahoga como sujestos.
Playa, un escenario distitno a los sábados que venía padeciendo, entre pastillas de boxeador, narices de pinochos, burbújas de piratas y ramas de duendes eléctricos.
Éste grupejo de personas simulaba casi a la perfección, al menos por unas horas, volver a ser una simple familia.
Hoy me despertó la lluvia, un viento fuerte y luego la pesadez de otro triste y más melancólico domingo.

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