jueves, 3 de diciembre de 2009

DOS DETRÁS DE VOS Y UNO DELANTE DE MÍ

F ue quizás la pelusa de sol que dibujó sobre sus rostros un carnaval descontrolado de sombras y figuras, de espejos embestidos por el eclipse de los corazones rotos. Sin dudas, una decepción que carece de antecedentes sobre el prontuario de tus víctimas inmaculadas.

Esa tarde que se caía del horizonte arrastraba consigo un grupito, hasta ese entonces, insignificante de nubes. Cada amenaza sobre nuestra tierra estéril de alegrías se torna una bala perdida, la cual posee en la totalidad de las veces un destinatario anónimo, desconocido para todos menos para la muerte. Dicha virgen de manto negro azabache levanta sobre nuestras cabezas su velo y comienza a desfilar delante de nuestros cuerpos con añejada sabiduría, insinuando un clima de armonía; demasiado equilibrio como para acompañar tus latidos.

El bondi, impuntual para mi reloj, se aproximaba hacia la parada en donde me encontraba, y al incomunicarme con el chofer; fui a parar a una nueva larga espera. Es así, cuando té quedás plantado comienzan a florecer en tu cuerpo esas ardientes ganas de romperte en mil pedazos y volverte a armar como si fueses un rompecabezas. Silenciosamente hizo su aparición, el viento clavó los frenos justo delante de mis pupilas y la bocanada de su presencia hizo erizar el pelaje de mi carruaje, ese depósito de aventuras con el último capítulo censurado por falta de emoción.

Ella era tan estrellada como las noches que transitaríamos sobre sus sábanas, tan dócil como la mismísima fragilidad, tan distinta como cualquier otra pero diferente a las demás. Me vi enredado entre sus piernas, investigando los placeres ocultos que guardan todos los rincones de la humanidad de una bella mujer. Tan rápido como pude rescatarme de esa realidad volví con mi soledad de la mano hacia la parada donde el bondi había plantado en mi imaginación esta particular fantasía.
La confabulación se cristalizó en contra de mí y sobre mí, desde el momento que aquellas viejas nubes de pelaje gris descargaron toda su ira, derramaron la líquida furia e hicieron oír sus truenos y las voces de los mismos por todas las vagabundas calles de la ciudad.
El tiempo decidió cederle un par de horas a la maldita lluvia, una vez finalizada la vi otra vez, ahí estaba junto con su invisible fragancia vacía a nada; y de todos lados comenzaron a oírse diferentes tonalidades de voces que rogaban por su retirada. Realmente confundido, me aparté de ella para observarla en su figura imponente, se derretían las palabras en la boca, la temperatura que había tomado dicha circunstancia era ciertamente elevadísima. Se sintieron arder las adyacencias y lo más inmediato a mí, el infaltable castigo de ser un presidiario de mis propias limitaciones. Me vi obligado a adormecerme en una perpleja quietud. La miel de sus labios junto a la alta dosis de caricias hizo que el veneno de la velada fuese el medicamento propicio para aplastar los síntomas que aquejaban las orillas de mi cuerpo.

Negro, de todas no podés zafar, me dijo la voz que despierta a todas las frígidas chusmas de la eterna siesta por la que circulan sus deseos sexuales y sus cuerpos de mármol y níkel. Fue como un hechizo, en donde nadé entre los sapos para no ahogarme en la sopa de verduras, cuando desperté en no sé dónde con una jaqueca atroz, solo, y rodeado de ancianitas que relojeaban mis atributos masculinos.

Fueron varios los laberintos en donde embriagué mi corazón de lágrimas y tristezas de brea, aunque las lunas que naufragaron no impidieron que nazca el sol día tras día, siempre desde el útero de las horas que alojó el reloj, no volví a recibir su inexplicable visita.

Pintamos decenas de cuadros sobre las paredes de nuestra memoria, sin embargo, nunca pudimos opacar las historias que desde su innata oscuridad irradian anécdotas y dotan a las vidas de instantaneidad. Esta anécdota dejaría de ser un recuerdo más, para transformarse en un momento mágico.

Comencé a reflexionar y meditar sobre la existencia del ser humano y me dije que mas allá de los rostros que transportan los fantasmas de la impunidad voy a rosear los ladrillos de esta nación con el color de los excluidos, de los desaparecidos, de los fantasmas que rondan a lo largo de “los que escriben la historia”. Ella también va a sentir mis dolencias, las tuyas y las de muchos que como vos y yo, esos personajes que forjan desde su pequeñísimo lugar el destino de nuestra nación, han sufrido su inevitable existir.

El mundo dio un par de vueltas sobre su eje y volví a despertar en medio de los días, entre las almohadas de los perezosos y los despertadores de los ansiosos, tenía la cara pegada al espejo y sus heridas aún no habían cicatrizado cuando una ráfaga me recorrió la espalda descongelando mis músculos para quemarlos con el frío del desconcierto. Ese instante luego representaría un anuncio.

Los caninos corren en el césped al igual que lo hacían aquella mañana de Marzo, se lamen las orejas, humedeciendo los secretos que se irán desayunando a medida que se descubran como perros irracionales para el animal más irracional de todos.

Otra vez el viento, compañero infaltable en las interminables tardes de mi Bahía. Esta vez se hizo presente entre los perros, las hojas, y el vacío que deja otra mañana con el asfalto carbonizándote los pies. Me leí en los diarios, me vi una y otra vez delante de las cámaras, me escuché entre los rencores por la radio, repetidamente la historia te absorbe como escoria sobrevaluada por la imagen gastada de los años, algo así como desapercibido. De igual manera se descubre todo aquel que sobre éstas tierras lucha incansablemente por no renunciar a la espera de un futuro mejor.
Argentina, tan atrasada como siempre en los deberes, jugando al borrador con la vida de tus ciudadanos. Argentinos, acostumbrados, hipnotizados, siguen siendo subordinados por la apatía y la soberbia de aquellos que los utilizan para ser los mortales inolvidables del show más aberrante dentro de una tira cómica.

¿ Qué carajo te pasa?, tanta mierda flota en tus entrañas, ¿cuánto más vas a soportar?. Estoy tan podrido de verte sufrir, agonizando entre los palacios de esos que se visten de vos para luego aniquilarte. ¿Dónde te olvidaste el amor propio?. Quizás te mire solo el lado negativo a tu evolución como juguete productivo subdesarrollado.

Tarde, para llegar tarde a la próxima idea que se te acaba de ocurrir, un desencuentro ideal para comenzar el largo camino de los mates e imprimir historias sobre la piel desnuda de una conversación con amigos. Fui dejando la mentira en el cenicero, junto con las cenizas de la creatividad implementada para evadir verdades conflictivas. Es así, el miedo a dejar la sangre en la arena te juega de local cuando el ardiente sol se hace presente en las playas de la hipocresía. Luego de una jornada estelar, descansé profundamente mi pena. Fueron otras veinticuatro horas más, solo eso.

Se concentra en su pequeñísimo cuerpito de piel de seda y con sus ojitos abre una mirada en mí inigualable, jamás fui de exagerar, solo cuando lo perfecto se posó delante de mis ojos. Él es de aquellos que aún le sonríen al sol, e ignoran el lado de la vida que tiñe tu corazón de cielo oscuro. Él es parecido a mí, o mejor dicho parte de mí, él es todo.

Son varios los atardeceres que se escaparon entre las uñas chorreadas de sal, sin embargo, prefiero lo seguro y no ser preso a mis propias ilimitaciones. Cuando el espectro de tus cenizas tostadas se desliza por los montes del Edén desconfías del viento, de la suerte y del olor a destino putrefactado, huyes de la carroña sin olvidar que en algún ataque participaste de los atentados que ella tejió a lo largo y a lo ancho de labios amurallados. Sentado sobre el contenido creativo de mi cabeza me pregunto si él tendrá algo que ver con ella, con vos y nuevamente con ella, la de los pies descalzos y agujereados de tanto poner marcha atrás. Tal vez me sienta extranjero por éstos pagos, y vea a mi ramificación independiente como historia del mañana rodeada de este apestoso presente.

Volví a describirme esta tarde y sigo reteniendo aquella fantasía, esa visión a la cual aún le pido una explicación. Dejo pasar el tiempo, o mejor dicho, dejo que el tiempo me pase por encima, sin embargo percibo que soy dueño de algunas chances en la cotidiana lucha con la vida. Estoy feliz, soy feliz hilvanando este relato totalmente incoherente, aunque si se lo profundiza se le encontrará alguna lógica común al pensamiento popular de todo ser humano.

Entre las filas de mi ejército de metáforas muertas hay un integrante que se lleva lejos todas las condecoraciones y estrellas en disputa, y no me estoy refiriendo a Nietzsche.
Poseedor de un bajo perfil, pero siempre con la frente bien alta, se desvía del rumbo trazado por los dictadores del destino de las masas e intenta construir su propio laberinto vital, autónomo e independiente a las garras de aquellas imposiciones que levantan las paredes del águila y sus secuaces. Es increíblemente innovador en su metodología de vida, sabe lo que quiere y sabe como conseguirlo.

Ella, aunque ya es un recuerdo, sigue haciéndose presente en cada función de mis días, y les digo que se lleva un papel protagónico en la película de mi vida. Indudablemente ambos sabemos que nos volveremos a encontrar, sin embargo, no estoy seguro de hacerle frente nuevamente.

Despreocupado nunca, desocupado siempre, hasta que lo habitual marca la tarjeta y me reincorporo a las obligaciones que dicta el corazón.

Esta vez fue la última, es mejor así, es vital por el futuro de nuestros próximos pasos, aprendí a diferenciar y pude discernir esas pequeñas cosas que tanto nos alejan, es irremediable.

Fin, todo principio que se convierte en la antesala de algo que está por llegar, el antes del después, será pasado y siempre presente, aunque ahora ya es diferente, no tiene vigencia en el caminar porque ya es parte de mi.

El tiempo decidirá, todo lo puede, al menos que guardes en los ojos mis labios, si lo haces, vas a ver más que mis besos, vas a secar la lluvia del firmamento para luego nublar al sol con tu mística de silencio. De esta manera lo relativo se afirmará sobre las páginas de alguna historia viajera, y el invierno desnudo quemará sus últimos cartuchos en el balcón de los corazones marchitos. Tan solo es una cuestión de actitud, si te iluminas en mi, verás que no obtengo recuerdos de mi memoria, ya que nunca tuve lo que me falta hoy; quizás es por eso que me sigo esperando.

Hablemos del Otro, ese que se aterra y navega en El Otro y con su orto camina ausente por el largo mar del inconsciente y su otro yo. Ayer estuvo atrapado en el néctar que dejan ellas, y se arrancó el dolor para arrojárselo a los muertos, pero ya todo había pasado, y el pasado murió sin decirle quién era.

Por momentos el laberinto se hace indescifrable, y los caminos hasta vos son inconclusos, de piernas de piedra y flores de plástico. Al mismo tiempo, el maldito domingo dispara por la espalda un lunes que se duerme en astillas; demasiado cerca de un sábado necrofílico. Para colmo, el café se apaga con el cigarrillo en las galerías de una conversación incoherente.

Mejor hablemos del Otro, ese que se despertó en un sueño diseñado por materialistas ilusos, buscó lo equivocado y cuando lo encontró perfecto se equivocó. Al hallar su mitad, la coherencia muy incoherente se volvió perdición, casi una derrota eterna; y engañado por la realidad salpicó su vida en la vereda de mis ojos. El Otro palpitó furiosamente su rosa interior, la del oxígeno venenoso y manos con forma de fusiles.

Viajo sin encontrarla, sin cruzarla, desatinado comunico el relato que se hace carne sobre los lectores; sigo existiendo y eso me basta. Existir humanamente, diría Paulo Freire, es “pronunciar” el mundo, es transformarlo, y el mundo pronunciado, a su vez, retorna problematizado a los sujetos pronunciantes, exigiendo de ellos un nuevo pronunciamiento. El descubrir descripciones dentro de la mente, hace que labure unas cuantas horas para luego dar con la palabra exacta: ELLA. Recuerdo su figura, esa que cuando se suelta se inhibe, se vuelve poderosa y codiciosa. Su transparente cuerpo proyecta paisajes cálidos que derriten la mirada de la infamia, sus colores infusos humedecen las palabras hipócritas que deliberan razones de entrecejo fruncido. Se desliza, cubre de ilusiones etéreas el cielo nublado de la realidad; y si llegara a rozar la tierra con sus labios( mi convicción no duda), los sentidos que carecen de instrucción, se bañarían con el éxtasis prohibido que oculta la locura.

Vi detrás de los espejos como un frívolo apagón encendió mi rostro, la sentí llorando en mi espalda, estaba cansada, casi me toca. Porque cuando dejo que se precipite la ardiente vida por la garganta profunda e infinitamente oscura, hasta llegar a un punto donde se empapa con el alma y cambia su estado natural, descompongo mi mente y expongo las articulaciones de mi cuerpo hacia sus más inéditos estímulos.

Esta entrega desinteresada, hace que mi náufrago corazón se imante a su pecho, y mi sedienta lengua comience a recorrer todo el largo e inconquistable paisaje de su piel. Paralelamente, debajo del cielo, sobre el mar, sin tocar la aspereza de la realidad, ella llena todo el vacío de ilusiones ahogadas en mi mirada, mientras el dolor viaja y se funde a las heridas abiertas que deja el silencio.

No estoy inquieto, mis ojos diáfanos a su belleza, caminan paranoicos hasta estallar, luego me disparo en cenizas al espacio. (silencio)

Este invierno se desdibuja dentro de mí, mezclando los sentidos, enmarañando las percepciones, construyo una compleja confusión en la cual me sumerjo hasta ahogar la razón.

Mientras la gente camina muy demente y no siente, me pregunto qué hay de la libertad, qué fue de la identidad, cuántas cosmovisiones vendrán a perturbar esta mortífera monotonía.

Hablemos del futuro, esa incógnita desesperanzada que se aproxima por la vereda del frente. Ciudad, país, mundo y vos, vos y ella, ellas y ellos, tal vez aquellos y por las dudas los otros. Ahora, intentá definirlos y resignificá su presencia en el tiempo que vendrá. Complicado, pero no imposible. Tal vez, estés a punto de encauzar el destino dentro de los márgenes de la cordura y no sobre el baldío de la locura. Es allí donde sopla el viento que todo empuja, es en ese lugar donde alquilo una pieza cada tanto y me tiro sobre alguna sombra para desacalambrar los miedos que se contraen dentro de mis músculos. Por lo pronto, descenderé como lo hace el sol sobre la copa de los árboles y moriré nuevamente de pie, para luego renacer con la voz de la mañana. Y con la misma voz del Viejo Viscacha voy a encarar el mal momento, ya que para donde tire el viento, allí estoy como en mi centro, y cuando una tristeza encuentro tomo un trago para alegrarme; porque a mi siempre me gustó mojarme por fuera y por dentro.

Luego de un largo período hizo su aparición, está frente a mí, me mira fijo y no me habla. Si lo haría creo que ya no existiría historia para narrar, me encuentro débil, ella me envuelve en su manto y poco a poco comienzo a entregarle mis sentimientos, mis emociones. De repente, todo se asemeja a una comunión planificada y estudiada casi a la perfección. Oscuridad, divino tesoro que encierra el eterno secreto de los colores, cobijado por las imponentes puertas de la percepción. Ya no estoy, y las palabras comienzan a anestesiarse, no sufren, no aman, no odian, ya casi no respiran. Todo pasa tan lentamente, todo ya no-pasa, no existe rastro del tiempo, ni siquiera una mínima pista del espacio, ya no.

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