lunes, 28 de junio de 2010

Lavado

Fue Poncio Pilatos el que dio color muy claro al aceite, y con tinta china nos dibujamos la cara aquella noche. El fuego fue latitudinal, y quedó lauto sobre el horizonte. Un latinista, pero no de la lengua, sino de América, acertó el prode mundial. Mis dólares se fueron antes que le vea la cara a Franklin. One Hundred! One Hundred!, gritó el canillita debajo del escaparate. La distribuidora no me llamó por aquel entonces. Ya se venían los octavos, y mis ansias de un taco, o un totopo, o de comerme crudo a Pancho Villa el domingo por la tarde, tuvieron que doblegarse ante el móvil de cuatro ruedas.
Hasta aquí, inentendible, pero siempre excelente. Easy Ridel me llevaba del brazo hasta un vino malbec, pero mi estómago lavado me condujo de nuevo al inodoro. Sentado pensé en una amor por Internet, en el amor por la web, y la web que cruza, y zigzaguea al amor.
Me enredé con las cuerdas y la guitarra me ganó otra vez por knock out en el primer round, aseguraría ante el primer acorde o puñetazo.
Tengo diferentes ornatos en mi casa que no dicen nada para los demás, que ya no transmiten, ni estimulan, ni transgreden, son solo falsos recuerdos que me recuerdan a mi, o a lo que alguna vez quise. Tengo vacío, y no habla, tengo lo que me falta, y está muerto.
Ayer nos manchamos con tinta roja, yo aporté mi blancura para tu paleta de colores, y vos, y vos bonita, te sentiste viva.
Hoy quise preguntarle, aunque sea por mensaje, cómo estaba, pero me retracté. Debe estar dolida y por eso actúa así, y por eso termina siendo así, igual a mi, estúpida, torpomente estúpida.
Al actuar con frescura y determinación, solemos ser lo que en verdad somos, animales violentos que se dejan llevar por impulsos eléctricos, por drogas y mujeres de tapa desnudas, por lo efímero y lo que en definitiva es la cotidianeidad de lo estúpido. Al actuar, nos tragamos al personaje con toda la leche, como cuando somos chicos y no la queremos tomar. Al actuar dejamos de ser, para no ser sino el ser actuado.
Lavado, termina siendo lavado, y el agua apaga el fuego latitudinal, y mis dólares se van para el Norte, como si supieran que nunca los quise, al igual que al Inglés, desde lo más profundo de mi argentinidad. Mañana volveré a cebarte, y prometo no hacer más promesas...

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