martes, 15 de junio de 2010

La Tarde que se nubló La Soledad

La Tarde que se nubló La Soledad no hubo teatro ni móvil que justificara el episodio. Escuché noventosos y vi un cielo sin sonrisa, una lluvia contenida que presagiaba la sequía, y una muerte lenta para cada una de las flores que alimentaste en el corazón.
Así es mi jardín, un desierto gris que va cubriendo el horizonte hasta crear confusión, suspenso, drama y ansiedad. En your home, en your home Im happy bebiendo tu sed.
La Tarde que se nubló La Soledad fue terapia, depresión y tiempo sin crédito, hizo frío que me transpiró las últimas ganas de tener ganas. Para ser y no dejar de ser, para volver a ir y empezar a buscarme perdido, en algún escalón de mi locura, tratando de aflojar la cuerda para no dajarnos escapar, sino para gozar de nuestro apriete viciado por el imposible y lo incorrectamente insano.
Has caído en offside, y la red de nuestra trampa hará que la araña sea el anzuelo de lo que está por llegar, un eslabón que completará lo infinito para hacerlo humanamente mortal. La tarde se mutó en testigo, la soledad en víctima, y vos y yo en meros y amorfos testigos de nuestra propia desaparición. Dónde hemos dormido nuestras pesadillas? A dónde encerramos la sensibilidad? Cuándo hemos dejado de ser sensibles, animales sin simbolismo, sin ese plus que nos hizo reyes? La esclavitud es la nueva democracia, somos esclavos de nuestros propios errores, hijos de nuestras propias desaprobaciones?
8-20 Volante por un carril sin dirección, te has salido de la ruta. Líneas blancas, paralelas que no se miran ni se tocan, sino se complementan en vos. Revuelto, he vuelto a ver tu hemedad en pequeños y sabrosos hongos, por sobre el puente, detrás de la sierra oculta por la niebla. Las burbújas, el gas, el calor, el fuego se enciende pero no calienta la llama olímpica y tu antorcha se apaga en su boca y se funde y se vuelve futuro para dejar de ser recuerdo, para no marchitarse en el presente.

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