jueves, 8 de abril de 2010

encerrado

Quedaste encerrado hasta del tiempo, y el espacio se te comprime debajo de los pies. No entendés, y tampoco querés comprender el por qué. De visita, deambulás por las calles, y detrás de alguna figura te escondés de tu sombra. Después de todo, no hay nada, ni vos mismo te encontrás. Existen distintos recuerdos que se amontonan y te perturban, hasta dejarte ciego. Oíste demasiado por allá, y aquellos ya no vienen, y los otros nunca estuvieron. Porque Los Otros nunca están. Si se pasean dentro de tu imaginación, pero a lo largo del tateti no son ni cruces, ni círculos que te mareen. Ni líneas perpendiculares o paralelas que se tracen. Los Otros dejaron de pensar en vos, y ya no existís. Te has borrado hasta de vos mismo. Te has amalgamado con el viento que va y choca de frente con el piso. Ya lo sé!, ésta mañana te levantaste y no te viste reflejado en la sección de policiales. En la última que te nombraron fue publicada hace un año, y por lo que se entiende quedaste atrapado en el papel. Sin embargo, conozco a “El Corcho”, un viejo amigo que quedó atrapado entre las asfixiantes burbújas dentro de la botella, aquella noche en donde fuimos a buscar estrellas entre las montañas y el dique.
La espera se vuelve cancerígena, y de mutuo acuerdo no se quieren, ni vos, ni ella. Se fastidian acompañándose en la habitación, y abajo pasan esos tan famosos colectivos rojos, de pura sangre!.
Es esperanza el saumerio, tiene el verde prendido a la piel, y roja su cabeza, parece estar por estallar!.
La madera, compañeros de ruta, sigue quemada, y seguirá por siempre, por los laureles que supimos conseguir!.
La banda se mediatiza, se proyecta, e impacta delante de Los Otros. Espero finalmente que el efecto sea positivo y que Los Otros se dejen cambiar, tan enfermizamente acostumbrados a la mediocridad, se dejen persuadir por lo distinto, por lo propio y nunca tan bien localizado.

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