jueves, 8 de agosto de 2013

Lejano padecer acallado

Atardece, y el silbido de las alarmas se nos confunde con el cántico terístico. Enardecemos, nos disparamos en un millón de partes hacia ningún lugar, y por sobre el aire, derramamos algunas palabras dentro de un texto sin coherencia interna.
Ésta calma, con alto grado de pasividad y una cuota elevada de silencio y distancia, la defino como "mi sufrir".
Momentos de lucha interna, en donde se patea "pum" para arriba en cada pelota dentro de mi cabeza.
Quiero dejar de ser danino sin que me dejen, quiero recuperar sin tener que padecer más pérdidas, y en un segundo, también me permito pensar en  Dios. Aquella olvidada por mí Causa Primera, o Primer Orden. Solo deletreo su nombre con mi mente, y no pasa nada.
Más tarde, una mujer cae desplomada, con un puñal en el pecho y una rama de ciprés en la mano, teniendo a sus pies un compás roto. Se hace confuso el episodio, y puedo observar como aquella hembra muta a un hombre con su rostro completamente lleno de sangre, y visualizo su cabellera. Es un puñado de serpientes que gritan y ensordecen mientras que él decide arrojarse sobre un puñal sujeto en el suelo por la empuñadura.

1 comentario: