Los ratones voladores se golpean sobre el vidrio. Aprovechan la ausencia de la luna para hacerlo. Los pibes patean la noche, el silencio se acalla, se rinde ante el doblaje e inhala ausencias. Lejano, casi yéndose, un sonido cotidiano se vuelve serpentino.
El hartazgo define todo. Un saco que probó el día y le calzó de cuerpo entero. Manifestaciones y “debates” amorfos, de espaldas a la necesidad, indiferentes y hasta infantiles desfilan desvariando, sin sentido. Afuera, la imagen es aún más desalentadora, el mensaje es un montaje vaya uno a saber de quien y para que.
Las carencias y miserias calan todavía más profundo, hoy, al respirar. El hartazgo define todo. Hasta encuadra y lo nombra a mi estado, le da vida, lo personifica y lo hace carne. Esos cuerpos que no están, porque son recuerdos sin palabras, porque son fotos quemadas y licuadas. Estoy realmente harto. Y es el hastío lo que marchita. Me marchita si alguna vez fui flor, y te consume a vos, seas quien seas, ella o él, es el fastidio lo que nos mata, hasta desaparecer.
Al dejar pasar, nos invaden, el tiempo y los otros también. Y al verlos entrar me siento cada vez más alejado, apartado, neutralizado en el centro de la nada.
Preferiría seguir siendo un trasgresor, y no suicidarme ante cada una de mis entregas. Escuchá mis palabras, no las nombres. Dejáme ser lineal y verte pasiva, apreciándome. Total, me sobra la vida para entenderte, pero no me va a alcanzar para amarte. Debe ser recíproco, y el mundo con el que me vinculo y por el que transito se termina cansando de mi.
Siempre fui un basto, partiendo desde mí y concluyendo en vos, ese que hasta creí parecer sin llegar a serlo. Vos, indefinición con perfume anónimo. Voz que jamás perfeccioné para hacer canción mis sentimientos dibujables, mamarrachos que nacieron de tinta, luego crecieron digitales y se esfumaron sin huellas.
El hartazgo vuelve a definirlo todo, como casi siempre, en la totalidad, en mi vacío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario