viernes, 17 de septiembre de 2010

Hastiado

Los ratones voladores se golpean sobre el vidrio. Aprovechan la ausencia de la luna para hacerlo. Los pibes patean la noche, el silencio se acalla, se rinde ante el doblaje e inhala ausencias. Lejano, casi yéndose, un sonido cotidiano se vuelve serpentino.

El hartazgo define todo. Un saco que probó el día y le calzó de cuerpo entero. Manifestaciones y “debates” amorfos, de espaldas a la necesidad, indiferentes y hasta infantiles desfilan desvariando, sin sentido. Afuera, la imagen es aún más desalentadora, el mensaje es un montaje vaya uno a saber de quien y para que.

Las carencias y miserias calan todavía más profundo, hoy, al respirar. El hartazgo define todo. Hasta encuadra y lo nombra a mi estado, le da vida, lo personifica y lo hace carne. Esos cuerpos que no están, porque son recuerdos sin palabras, porque son fotos quemadas y licuadas. Estoy realmente harto. Y es el hastío lo que marchita. Me marchita si alguna vez fui flor, y te consume a vos, seas quien seas, ella o él, es el fastidio lo que nos mata, hasta desaparecer.

Al dejar pasar, nos invaden, el tiempo y los otros también. Y al verlos entrar me siento cada vez más alejado, apartado, neutralizado en el centro de la nada.

Preferiría seguir siendo un trasgresor, y no suicidarme ante cada una de mis entregas. Escuchá mis palabras, no las nombres. Dejáme ser lineal y verte pasiva, apreciándome. Total, me sobra la vida para entenderte, pero no me va a alcanzar para amarte. Debe ser recíproco, y el mundo con el que me vinculo y por el que transito se termina cansando de mi.

Siempre fui un basto, partiendo desde mí y concluyendo en vos, ese que hasta creí parecer sin llegar a serlo. Vos, indefinición con perfume anónimo. Voz que jamás perfeccioné para hacer canción mis sentimientos dibujables, mamarrachos que nacieron de tinta, luego crecieron digitales y se esfumaron sin huellas.

El hartazgo vuelve a definirlo todo, como casi siempre, en la totalidad, en mi vacío.

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