lunes, 18 de enero de 2010

zig-zag

Vas, venis, y parás para volver a arrancar, y seguís. Te ahogas, luego de 5 días volvés y apareces en una red casi anónima. Probas, te la jugás, compartís y hasta tu soledad ofreces. En una de éstas últimas noches sentiste miedo. Tu cuerpo se desencontró, titubeaste, reposaste y continuaste. Seguís zigzagueando, gambeteando indefinido, buscas la calma al temblar y aquella vieja adrenalina ya no te atrae.
Confundís enero con pleno junio, troqueas el 09 por el 10. Volvés a dudar, y es la duda que hace un pleno en tu pensamiento. No querés correr más, ni tirar, ni salpicar a nadie. Ansias la paz, para vos y los tuyos, un destello de felicidad. Sin embargo el vidrio continúa empañado, y volvés a viajar. Reencontrás aquellas dolencias, pequeñas gotas del sudor frustrado con el que planchaste tu vida durante una década.
Te encontrás con Domingo, ese día que te inmoviliza, y te tortura. Mientras, el astro se desvanece en el frente de tu frente lleno de edificios. Buscás un nuevo año que aún no se animó a venir. Esta puta desgracia te desvela, y encontrás solo pesadillas al cerrar las piernas.
Inmerso en un tratamiento que te trata como enfermo terminal, conjugás colores y formas con viejos recuerdos. Hace mucho que no lloras. De todos modos te rompes, y ellos lo perciben. Qué querés al querer? No cerras la puerta y abris más ventanas. La corriente te atrapa y te lleva por su camino. Chequeás tus sentidos, están intactos. Te volvés y reflexionás. Perdés tiempo. No se te desempaña la mirada. Seguís perdido. Como cuando dejaste de bailar. La fiesta se hizo sacrificio. Te convertiste, mutaste y ahora ellos te entregarán a su Dios. El ritual te desangra. Es el tiempo. Las paredes se trasladan con vos. Tus movimientos son lentos y predecibles. Tu obviedad te delata, y dilata ésta etapa inolvidable, y no por lo bella, sino por tortuosa.
Mostrás, te guardás y te ocultás. Sin embargo, los disparos te siguen dando. Te mataste, te juzgaste demasiado. La próxima jugada le corresponde. No querés perder más. Se acabó. Demasiada exposición. Si te quieren te vendrán a buscar. Si te quieren perdonarán tus torpezas y hasta tu enfermedad, para terminar perdonándose ellos por todo el mal que te hicieron.

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