Un día veré con claridad mi querido Víktor, cuando deje de ser quien soy en los demás, y corrompa mi esencia colectiva, y trastoque mi personalidad hasta perderme en tu desierto de gente, y adormezca mis pasiones, y censure mi malestar, ese que me ha definido más allá del tiempo.
Alguna vez, cuando todos y todo se haya ido tan lejos de mí, será la razón la que me impulse. Por ahora me gobierna el corazón.
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