domingo, 22 de abril de 2012

anestesiados


signos,
livianos y fáciles de beber,
en tus bocas,
a través de todos tus caminos de piel,
los frescos y frutados
nos adormecen.
Afuera, se ladran
se entierran y viajan por laberintos,
los plebeyos solo tienen espalda
y sus caras... pura demagogia,
rayos amputados de un día parco
impar, serpenteando se van los sentidos.
Y sobre el transparente, plastificado,
por sobre el vapor de lo perecedero,
aquel fruto se regocija de tus miserias
el sopor se endereza y clava el tridente,
náusea intempestiva, lejanos aullidos
la huella huérfana, atajos, desvíos, sinsabores…
La esquina se desdibuja, los ojos se dilatan,
sobre el asfalto han parido un árbol
y en su nombre le han extirpado el antídoto
ya he visto desvanecer nuestras libidos
ya has escuchado mis dolores aparearse.

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