jueves, 14 de julio de 2011

Irrefutable

-Hemos perdido mi querido Zinedine!
-Si mi capitán?
-Solo resta aceptarlo y enterrarnos.
-Pero Capitán, si el fuego continúa?
-Déjalo arder Zinedine, es lo mejor que nos puede pasar, antes que padecerlo y verlo inmóviles como se extingue y nos abraza de a poco. El comando se ha disuelto anárquicamente, he dejado de ser el capitán, ese fantasma proyectado que nunca fui.
-Pero Capitán, aún nos quedan municiones. Pocas, pero reales, además estoy sintiendo nuestra presencia, tibia, verídica.
-Zinedine, son las cruces las que nos sostienen, es su peso, no nuestra liviandad. Es ésta maldita cárcel intangible la que nos rodea y nos golpea, y sus paredes, formadas por divalporato de sodio, de bupropion clorhidrato y hasta de quetiapina. Nos han cercado con otros alambres, y a los que nosotros frecuentábamos, los han hecho nuestra corona de espinas. Hemos sido engañados nuevamente Zinedine.
-Capitán, se encuentra bien? Creo que está divagando!
-Zinedine, nos han pedido una empresa imposible, una misión irrealizable, el amor se ha vuelto marca que cotiza alto, alimento del Poder cargado de intereses mezquinos, de engaños, de cobardía. La mentira ha reclutado al amor, y con él a la duda, su única amiga.
-Capitán, querido Capitán, aún mis sentimientos por usted son puros y sinceros, y se me hace oportuno confesarle que sigo creyendo, creo en lo que siento, creo en la mentira que emana de un alma pura, confundida, aturdida, agotada, sufriente por el sufrimiento ajeno.
-Es lo peor que puedes hacer Zinedine! Debés reconocer la derrota, y sincerarte para esperar el pase absuelto de tu propio pesar. No hemos sido para tal, lo que fue para nosotros, lo que es y será aún en lo que nos espera, no somos para ella, cualquiera sea su nombre.
Zinedine cae en ese mismo instante interceptado por una ráfaga de metralla, su cuerpo es bañado por un mar de sangre, sus labios se han silenciado con un frío indiferente, sus ojos, han quedado abiertos, incomprendidos, hasta su última palabra ha sido proscrita. Al instante, el Capitán es desguazado por el enemigo, como un barco que naufragó en su propia ilusión. Lo que resta, es silencio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario